encuentros fortuitos que terminan en sexo
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Tía y sobrino solían pasear por la misma zona a última hora de la tarde y aunque no tenían una relación muy cordial, al menos se respetaban y cuando se veían se saludaban. Aquel día el destino quiso que la madurita se tropezara justo cuando su sobrino rondaba cerca y como buen caballero se ofreció para ayudarla. Tras comprobar que había sido un susto, el joven la invitó a su casa para ver si limaban asperezas, al fin y al cabo eran familia y no tenía sentido llevarse mal…